27 de septiembre de 2021

El Chile de Themo Lobos y George Lucas

Cuando niños, muchos nos transportamos en el tiempo con Mampato, ese personaje de Themo Lobos que gracias a su “cinto espacio-temporal” viajaba indistintamente a la prehistoria del cavernícola Ogú y al futuro de Rena, una mutante del siglo 40 con poderes telepáticos. Quienes crecimos con Mampato, también lo hicimos con Star Wars, la fantasía espacial […]

Cuando niños, muchos nos transportamos en el tiempo con Mampato, ese personaje de Themo Lobos que gracias a su “cinto espacio-temporal” viajaba indistintamente a la prehistoria del cavernícola Ogú y al futuro de Rena, una mutante del siglo 40 con poderes telepáticos.

Quienes crecimos con Mampato, también lo hicimos con Star Wars, la fantasía espacial de George Lucas que ocurre en una lejana galaxia donde el transporte, las comunicaciones y toda la infraestructura que se muestra en cada capítulo de la saga nos confirma que la imaginación se construye a partir de una realidad. Y es precisamente eso último lo que debe motivarnos a pensar con imaginación en la infraestructura indispensable para el futuro de Chile. Y no me refiero a ese futuro de 20 siglos más, que fue el que soñaron Lucas y Lobos, sino al futuro de los próximos 20 años, donde precisamente el transporte, las comunicaciones, los servicios y las ciudades cuenten con lo necesario para garantizarle a los próximos niños un futuro no fantasioso.

Para eso, lo primero es desarrollar una Planificación Integrada y Estratégica.  Un buen intento fue el trabajo liderado por Marcial Echenique, quien años atrás realizó una planificación a 50 años de vías y carreteras. Sin embargo, hoy pareciera necesario realizar una intervención más profunda, que integre todos los sectores. En ese sentido, un ejemplo a imitar es lo desarrollado por la Provincia de Ontario (Canadá), que hace 25 años enfrentó problemas similares que la institucionalidad chilena actual, pero que hoy es un referente mundial en materia de infraestructura moderna, donde el Ministerio planifica y una empresa pública ejecuta los proyectos.

Un punto importante en este esfuerzo es que el Ministerio de Infraestructura de Ontario concentra sectores que en nuestro caso son independientes, por lo que es más simple para ellos dirimir conflictos y realizar una planificación holística, y además esta se realiza a largo plazo lo que permite transcender a los gobiernos. Si bien sabemos que la planificación de la infraestructura se beneficia al coordinarse centralizadamente, esta debe incorporar, de forma seria, los planes de Desarrollo Regional para hacer un todo orgánico.

Viajemos al futuro, como Lucas y Lobos, pero a uno de mediano plazo. En un plazo de no más de 20 años debiéramos cambiar la lógica y el rol de los organismos políticos en materia de infraestructura, al punto que estos debiesen ser responsables del diseño y planificación de políticas públicas, mientras que el rol de la ejecución de la infraestructura debiera ser asumido por empresas públicas, con estructuras livianas, contratos innovadores y ejecuciones al estilo privado; pero que mantienen sus esfuerzos en el interés público.

Ahora volvamos a la realidad y pensemos con imaginación cuáles debiesen ser las soluciones del futuro para enfrentar la reducción dramática en la disponibilidad de agua que ha generado el cambio climático. Pensemos en aprovechar las energías limpias para poder desalar agua de mar y asegurar la disponibilidad del recurso para la agricultura (el consumo humano hoy está asegurado). Los embalses también debiesen ser estudiados para almacenar aguas fluviales y desaladas en invierno. Una alternativa a esto es la recarga de acuíferos subterráneos, pero más allá de una u otra idea, se trata de obras de largo aliento que requieren de años para su ejecución, pero sobre todo necesitan estar articuladas bajo visión de futuro, algo así como un Plan Maestro.

En ese plan maestro no puede quedar fuera la infraestructura digital, que es un insumo básico para brindar igualdad de oportunidades a nuestros ciudadanos. Se requiere tener a todo Chile conectado con un buen estándar y generar planes estructurados de las inversiones en esta cartera. Asegurar la cobertura del 5G en el territorio nacional es una meta ambiciosa y donde esto no se logre se deberá recurrir a conectividad satelital de estándar aceptable. Todo esto debe ser coordinado centralizadamente integrando a las autoridades locales para no depender de la filantropía de Ellon Musk o cualquier otro multimillonario excéntrico.  Apliquemos la imaginación, y en ese sentido conectar con fibra óptica el pacífico sur para avanzar en una soberanía digital es un paso geopolítico importante para continuar conectando independientemente a Latinoamérica con el mundo.

Por último, y quizá en esta materia Lobos y Lucas sí fueron unos adelantados a su época, se podría desarrollar un plan de transición hacia la electro movilidad en todo transporte público (los vehículos a hidrogeno verde también son eléctricos), donde buses, taxis, colectivos y trenes sean reconvertidos a estas nuevas tecnologías. Esto requiere asegurar conexiones de alto amperaje a sus estaciones de carga y considerar las inversiones que eso requiere. Ya un buen comienzo fueron las adquisiciones para el sistema de transporte RED que convirtieron a Chile en el país con la mayor flota de buses eléctricos después de China.

Así como algunos imaginaron y concretaron túneles submarinos que conectan países y continentes, viajes espaciales comerciales y autos que se manejan solos, por mencionar algunos ejemplos, resulta urgente planificar la infraestructura estratégica de las próximas décadas con ideas y planes coordinados, sostenibles y adaptables a los cambios sociales que surjan. Imaginación nos sobra, lo que nos falta ahora es que la voluntad política de hacer realidad ese sueño no se trunque y se inspire en visionarios como Themo Lobos y George Lucas.

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